miércoles, abril 28

Cuidando los dientecitos


Desde que Sofía comenzó a comer alimentos, diferentes a la leche materna, nos hemos preocupado por su salud oral… aunque les confieso que muchas veces se nos olvidaba limpiarle su boquita, hasta que fuimos tomando la rutina y lo hacíamos, generalmente, cuando la bañábamos en la noche.  Yo usaba un dedal de esos de silicona, al principio, fácilmente se dejaba, después de un tiempo ya no quería, entonces, usábamos todas las artimañas posibles… le limpiaba primero los dientes a un pingüino de plástico, simulaba que le limpiaba al papá, yo también hacia el teatro con mis dientes, todo eso al compas de unos lara, lara, lara, sí, sí, sí…hasta que le tocaba el turno a ella, y luego de tremendo esfuerzo la convencía, pero otras veces no lo lograba… ummm… después de muchos meses de teatro y de los miles de mordiscos que recibí en mi pobre dedito, hace algunos días atrás decidimos que había llegado el día de comprarle su primer cepillo de dientes.  Nos fuimos para un almacén en la búsqueda de tan importante objeto… Y claro, como dignos padres inexpertos le preguntamos a una chica asesora de ventas y nos mostró las diferentes opciones con todos sus pro y contra, Yo le presté toda la atención posible a tan interesante explicación, imagínense si no, era el primer cepillo de dientes de Sofía, al final tomamos la decisión y sentí que la chica quedó muy agradecida por haberle permitido ejercer su trabajo satisfactoriamente… Y nosotros también, porque aprendimos mucho sobre cepillos de dientes (¡qué risa!).
Ya en casa nos dispusimos a usar el cepillo, ansiosamente no veíamos la hora que llegará el momento del baño, y ¿adivinen qué? Pues que Sofía no quiso dejarse lavar los dientes… aaahhhh… que triste, pero bueno continuamos insistiendo un día tras otro día, hasta que el fin de semana pasado, pensé que el lugar más adecuado para uno lavarse los dientes era en el baño, junto al lavamanos, viéndose al espejo, además, era mejor si formábamos una reunión familiar para lavarnos todos juntos los dientes… entonces, nos fuimos todos para el baño (menos el gatico Emaus, recuerden que no tiene dientes), y ¿qué paso? Pues que fue todo un éxito… Sofía se dejó lavar todos los dientes, una y otra vez y lo disfrutaba mucho… ¡qué bien! Mejor dicho quedó demostrado que ¡hacer las cosas en equipo es mucho más divertido!
Ahora le estamos lavando los dientes dos veces al día, la idea es hacerlo tres veces, después de cada comida… esperemos que continúe con ese entusiasmo, los mantendré informados.
Seguimos en contacto, ¡abrazos!
Diana R.

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